Centro La Otra Esquina: modelo de gestión en atención para personas en situación de calle

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La Intendencia de Canelones, en convenio con la Secretaría Nacional de Drogas, implementará un nuevo centro diurno de acogida en la ciudad de Pando, destinado a atender a personas en situación de calle con uso problemático de drogas, replicando el modelo de La Otra Esquina, un proyecto que funciona en la ciudad de Las Piedras con resultados positivos.

Desde el 2019, aproximadamente 300 jóvenes han pasado por el centro, de los cuales entre 30 y 40 han logrado superar la adicción y reinsertarse en el ámbito laboral y familiar. Estos resultados son posibles gracias a un equipo especializado que incluye a educadores sociales, psicólogos y profesores de educación física, que se capacitan continuamente.

La iniciativa, fruto de la colaboración entre el Gobierno Departamental a través de la Dirección General de Desarrollo Humano y el Gobierno Nacional, es considerada un referente en otros lugares de América Latina y se enfoca en una política de anclaje territorial, destinada a brindar apoyo integral a personas en situación de calle y con problemas de consumo de drogas.

Funcionamiento del centro, equipo y formación

La Directora del centro, Lic. Nadia Barreto, y la Coordinadora, Danisa Rodríguez, explicaron que La Otra Esquina no es un dispositivo clásico, sino que busca ser un hogar para sus usuarios y usuarias. Allí, las personas encuentran un lugar en el que pueden satisfacer sus necesidades básicas, recibir apoyo emocional y celebrar eventos importantes como cumpleaños, con lo que se busca generar un sentido de pertenencia y apropiación del proyecto por parte de sus participantes.

El centro, definido como un espacio de atención de bajo umbral, se enfoca en que las personas puedan bañarse, alimentarse y descansar como primera medida. Una vez cubiertas estas necesidades, el equipo de profesionales trabaja en otras áreas. El ingreso al centro requiere que las personas sean mayores de edad y que estén en situación de vulnerabilidad. No obstante, en casos de adolescentes, se coordina rápidamente con el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU).

El equipo de La Otra Esquina está compuesto por trabajadores sociales, psicólogos, operadores sociales, un entrenador físico, un educador popular y una educadora social, entre otros. La formación continua y la sensibilización en las problemáticas de las personas en situación de calle son fundamentales para el funcionamiento del centro, por lo que se realizan reuniones semanales para repensar y ajustar las estrategias de trabajo, siempre enfocándose en los proyectos de vida de cada usuario y usuaria.

Alta demanda y trabajo en red

Actualmente, el centro enfrenta una alta demanda que supera su capacidad, con entre 26 y 30 personas diarias. Cuando no hay cupos disponibles, se derivan los casos a otros dispositivos que puedan brindar el apoyo necesario. La buena articulación con otras instituciones y la conformación de una red de apoyo en la Ruta 5 son claves para ofrecer una contención efectiva a las personas en situación de calle. Además de la atención presencial, La Otra Esquina ofrece acompañamiento externo para aquellos que, habiendo superado las etapas más críticas, siguen necesitando apoyo mientras trabajan o estudian.

Uno de los fenómenos recientes es el aumento de mujeres en situación de calle, lo que plantea nuevos desafíos debido a la mayor exposición a situaciones de violencia, especialmente de índole sexual. El equipo ha tenido que formarse y sensibilizarse específicamente en esta problemática, trabajando para romper estigmas y prejuicios asociados a estas mujeres.

Camino de salida

Micaela, de 30 años, recuerda vívidamente el día que llegó a La Otra Esquina. Vivía debajo de un puente, con una tobillera electrónica y era la única mujer en un entorno hostil. “Llegué un miércoles, me acuerdo perfecto, estaba mal. Aquí me escucharon. Tenía que mentirles a los gurises sobre mi tobillera, no sabía si mentirles a los que me ayudaban o a los de la calle”, compartió, destacando el caos emocional en el que se encontraba.

Calificó el apoyo que recibió en el centro como crucial. “Me escucharon, no se reían de mí como otros lo hacían. Encontré un lugar donde, a pesar de ser mujer y consumidora, me brindaron un espacio seguro”, dijo. Ahora, con el apoyo constante del centro y con una nueva pareja que conoció allí, Micaela lucha cada día por mantenerse alejada de las drogas y reconstruir su vida.

Mauricio, con otra realidad, también compartió su historia marcada por la institucionalización hasta su mayoría de edad: “salí del INAU sin nada. En La Otra Esquina encontré apoyo, pude buscar trabajo y me mantengo alejado de las drogas. Quiero prepararme y seguir adelante”.

Matías, por su parte, contó que lleva 14 años en la calle. Tenía 12 cuando quedó en situación de calle debido a una pelea familiar, en una casa en la que funcionaba una boca de venta de drogas, por lo que tuvo que enfrentar muchas dificultades, incluso la muerte violenta de su hermano. “En La Otra Esquina encontré un lugar donde desayunar, almorzar y participar en actividades que me mantienen alejado de las drogas. Me saqué el carné de salud y estoy tratando de mejorar mi vida”, expresó con optimismo.

La Otra Esquina no solo ofrece un inmueble donde estar, sino que brinda una red de apoyo y un hogar para quienes más lo necesitan, trabajando desde una perspectiva humanizada y territorial. A través de su enfoque integral, el centro busca mejorar la calidad de vida de sus usuarios y usuarias, mostrándoles que estar en situación de calle no es una condena perpetua, sino una circunstancia que se puede superar con el apoyo adecuado.

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