Diócesis de Canelones inauguró monumento en homenaje a Jacinto Vera
La Diócesis de Canelones rindió tributo a Monseñor Jacinto Vera, quien oficiase como Párroco en Canelones y se convirtiera en el primer Obispo de Montevideo y de todo el Uruguay. La celebración se enmarcó en el bicentenario de su nacimiento. En la ceremonia, realizada en la tarde del domingo 18 de agosto, se inauguró una estatua en su honor ubicada en el atrio de la Catedral Nuestra Señora del Guadalupe, de la ciudad de Canelones. Se trata de la primera estatua de Vera en el interior del país, ya que la única existente hasta el momento se ubica en la Catedral de Montevideo. La obra pertenece a la artista Martha Escondeur, oriunda de Santa Lucía.
En el homenaje estuvieron presentes el Intendente Dr. Marcos Carámbula, la alcaldesa de Canelones, Mtra. Mabel Curbelo, la Presidenta de la Comisión Honoraria de Patrimonio de Canelones, Prof. Elena Pareja, el Obispo de Canelones Mons. Alberto Sanguinetti, entre otras autoridades eclesíasticos, autoridades nacionales y departamentales. A su vez participaron del tributo descendientes de la familia de Jacinto Vera, quienes depositaron una ofrenda floral al pie del monumento, así como gran número de fieles.
Monseñor Alberto Sanguinetti, Obispo de Canelones, fue el encargado de realizar una evocación sobre Vera, previo al acto de inauguración. El tributo contó con la actuación de la “Banda de Artillería de 1830 Gral. Manuel Oribe", que deleitó a los presentes con su repertorio. Para finalizar el acto se realizó una suelta de palomas.
<strong>Un poco de su historia<strong>
En el acto se exaltó la personalidad de Jacinto Vera quien sirviera a nuestra comunidad durante 17 años en las difíciles condiciones de la Guerra Grande y sus secuelas. Fue cura Párroco, auxilio de los necesitados, personaje ilustre, Presidente de la Junta Económico Administrativa.
Se recordó su origen, hijo de inmigrantes canarios. Nacido el 3 de julio de 1813, a bordo de un barco que trasladaba a su familia desde Islas Canarias al Uruguay. Pasó su niñez en el territorio que hoy corresponde a Toledo. Luego de 1842 presta funciones en la Parroquia Nuestra Señora del Guadalupe donde realizó una gran labor en materia civil sin perjuicio de su actividad religiosa. Fue Capellán de la Guardia Civil de Canelones. Tuvo una labor “decisiva” en los procesos fundacionales de muchos pueblos de Canelones. Tuvo una estrecha relación con figuras de la cruzada libertadora de 1825. Presidió la Comisión de Escuelas del Departamento de Canelones y gracias a su prolifera labor se fundaron escuelas en Canelones, Las Piedras, Pando y Santa Lucía no sólo para varones sino también para niñas, que no habían en aquellos años. Impulsó la creación de escuelas rurales que tampoco existían. Como Gebernante Departamental procuró que cada pueblo o villa tuviera un templo en condiciones, así como un cementerio y cuidó la higiene pública. Fue electo diputado por Canelones función que cumplió hasta que se eligiera vicario apostólico en Montevideo en 1859. Fue nombrado primer Obispo de Montevideo el 13 de julio de 1878. Falleció el 6 de mayo de 1881 en Pan de Azúcar. Es considerado el padre de la Iglesia en el Uruguay, como Primer Obispo Nacional, organizador del laicado y de la Prensa Católica. Fue un gran misionero. Con el título de Siervo de Dios prosigue su causa de canonización y es conocido y venerado en todo el Uruguay. Su hermana María Vera Duran donó los terrenos para la edificación de un centro poblado en Canelones que fue denominado en su honor San Jacinto.